Un pequeño robot autónomo, integrante del programa internacional Argo, ha protagonizado uno de los episodios científicos más sorprendentes de los últimos años. Tras pasar ocho meses incomunicado bajo las plataformas de hielo de Denman y Shackleton, en la Antártida Oriental, el dispositivo emergió con un conjunto de mediciones inéditas que podrían transformar nuestra comprensión del deshielo polar y del futuro del nivel del mar.
Who Built the Robot? The Origin of the Technology
¿Quién está detrás del robot? El origen de la tecnología
El robot forma parte del Australian Antarctic Program Partnership (AAPP) y del CSIRO (Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation), la agencia científica nacional de Australia. El CSIRO, fundado en 1916, es una de las instituciones de investigación más prestigiosas del mundo, responsable de avances como la tecnología Wi-Fi moderna y múltiples desarrollos en ciencias marinas, clima y ecosistemas.
El AAPP, por su parte, es una colaboración entre universidades australianas, el gobierno y centros de investigación dedicados a estudiar el sistema antártico y su impacto global. Su misión es generar datos que permitan anticipar riesgos climáticos y mejorar la gestión de los océanos.
El robot utilizado pertenece a la familia de flotadores autónomos del programa Argo, una red internacional de más de 4.000 dispositivos que monitorean los océanos del planeta. Sin embargo, este modelo fue especialmente adaptado para soportar temperaturas extremas y navegar bajo plataformas de hielo, un entorno donde la observación humana es prácticamente imposible.
La misión original del robot
Cuando fue desplegado, el objetivo del robot era claro:
Medir temperatura, salinidad, presión, oxígeno, pH y nitratos en zonas remotas del océano antártico.
Explorar la base de las plataformas de hielo, un punto crítico donde el océano cálido puede acelerar el derretimiento desde abajo.
Realizar perfiles verticales cada cinco días, desde el fondo marino hasta la base del hielo.
Evaluar la estabilidad de los glaciares Denman y Shackleton, dos gigantes de la Antártida Oriental cuya evolución podría influir en el nivel del mar global.
La misión se complicó cuando el robot quedó atrapado bajo el hielo, sin posibilidad de ascender para transmitir datos vía satélite. Aun así, continuó trabajando de manera autónoma durante ocho meses, registrando información valiosísima.
Un regreso inesperado y un tesoro científico
Cuando finalmente reapareció, los investigadores descubrieron que el robot había logrado algo sin precedentes: el primer transecto completo bajo una plataforma de hielo del sector oriental antártico.
Entre los hallazgos más relevantes:
La plataforma de Shackleton muestra mayor estabilidad, ya que no recibe suficiente agua cálida como para derretirse rápidamente.
El glaciar Denman, en cambio, presenta señales de entrada de agua templada, lo que podría desencadenar un retroceso inestable.
La capa donde ocurre la transferencia de calor entre océano y hielo es extremadamente delgada, de apenas 10 metros, y hasta ahora era casi imposible de estudiar directamente.
Los científicos describieron el análisis de la ruta del robot como un trabajo “detectivesco”: cada vez que chocaba con la base helada, registraba la profundidad del hielo, y esos datos se compararon con imágenes satelitales para reconstruir su recorrido.
¿Por qué estos datos son tan importantes?
Los datos obtenidos tienen un valor enorme para la ciencia y para la planificación global:
- Mejoran los modelos climáticos
Permiten representar con mayor precisión los procesos de fusión basal, uno de los factores más difíciles de simular en los modelos actuales. - Ayudan a anticipar el aumento del nivel del mar
Comprender la estabilidad de glaciares como Denman es clave para prever escenarios de riesgo para ciudades costeras. - Abren la puerta a nuevas misiones.
El éxito del robot demuestra que es viable desplegar más flotadores bajo plataformas de hielo, una zona que hasta ahora era prácticamente inaccesible. - Aportan datos únicos
Nunca antes se había obtenido un registro tan detallado del intercambio de calor bajo el hielo antártico oriental.
Una historia que redefine la exploración polar
Como señaló la investigadora Delphine Lannuzel, esta misión demuestra que incluso un instrumento pequeño puede revelar secretos de una región inmensa y salvaje. El robot no solo sobrevivió a uno de los entornos más hostiles del planeta, sino que regresó con información que podría cambiar la forma en que entendemos la estabilidad del hielo antártico.

